Alma profesoral

Reflexiones sobre el quehacer docente, profesor Elkin Palma Barahona

DIRECTOR CEID EDUMAD

Cierto día de una de esas efímeras vacaciones locales, a las que nos ha obligado este sistema laboral, neoliberalizado con la mano firme de los últimos gobiernos, esperaba en mi humilde auto que transcurrieran los 70 segundos del semáforo de la avenida de los estudiantes con la avenida del ferrocarril, ahí me llamó la atención un joven que a través del panorámico me ofrecía bolsas de guineos maduros, inicialmente pensé que era  un extranjero pero bajé el vidrio porque su rostro me pareció familiar y ¡vaya sorpresa! pude reconocer en el acto a uno de mis exalumnos más brillantes en el área de filosofía de hace poco tiempo, pero pensándolo bien, ahora no sé si sería el más brillante, pero lo cierto es que me produjo un profundo sentimiento de culpa, porque estaba seguro, de que no solo el “fracasado” era él.

Seguramente me van a decir, que los maestros no podemos andar dándonos “golpe de pecho” por la responsabilidad que le compete a la familia, al estado, al sistema, pero nuestra alma profesoral nos debe llevar a  intentarlo, cuando los maestros descubrimos excepcionalidades en nuestros alumnos nos proyectamos en su futuro con los mejores augurios, pero nos pesa en el alma de maestro cuando esto ocurre, porque tenemos tatuada en nuestras almas la misión que a todo buen maestro le plantea la vida cuando decide por vocacionalidad esta profesión. 

Los maestros no estamos exentos de culpa sobre la vida extramural de los exalumnos, pero realmente hay una pasión por influir positivamente en sus vidas. Aquí se abre el sempiterno debate por la formación de los maestros y la formación de los verdaderos maestros. Una investigación sobre la docencia en Colombia, de las universidades de Harvard, los Andes y Rosario, concluyo, con base en pruebas Saber 11 y Saber Pro, que los estudiantes que eligen ser docentes son los que obtienen el nivel más bajo. También señala la investigación pobreza en inglés y dificultades para resolver problemas de matemática, más bien de aritmética. Asimismo, da cuenta de los irrisorios aumentos salariales en los escalafones, que poco o nada significan a las aspiraciones profesionales de los docentes. 

De hecho, las anteriores conclusiones de estas distinguidas almamaters, parten de un error gravísimo, se basaron en la evaluación, que digo evaluación, en los exámenes de los alumnos para discurrirlos en la evaluación de los docentes, porque sabemos de ante mano, lo que miden estos exámenes y cuáles son las directrices que obedecen a nivel internacional.

Ahora bien, los resultados del ICFES lo que muestran realmente es el deterioro de la educación pública colombiana. Las nefastas políticas educativas que se corresponden más con el interés de las multinacionales que con el desarrollo nacional; las políticas de privatización de la educación. El sistemático desarrollo de la corrupción, improvisación en la elaboración de los currículos; la falta de mayor inversión del estado; la insuficiente capacitación y actualización de los docentes y sus bajísimos salarios; el aumento de los pobres absolutos, la carencia de instrumentos, como bibliotecas, computadores, materiales, ayudas audiovisuales, estímulos a los estudiantes, restaurantes escolares, las faltas de políticas inclusivas que se corresponden con los problemas de coberturas y la aplicabilidad de medidas legislativas que lesionan los derechos del magisterio.

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 Lo que los maestros a través de Fecode creen, que lo debe darse para superar la crisis es una revolución educativa con sentido nacional. Sin embargo, el problema del bajo rendimiento debería preocupar a normales superiores y a universidades que ofrecen licenciaturas. Pues no hay razones para que quien dedica buena parte de su vida a la escolaridad (preescolar, básicas primaria y secundaria, dos años de pedagogía y 5 de licenciatura) llegue a un punto de sus estudios con calificación por debajo de aquellos que escogen carreras distintas a la docencia. ¿Problema de las instituciones educativas para la formación docente? Parece que sí. Porque el bajo rendimiento en las pruebas, de alumnos que quieren ser docentes, es el fruto de tantos años de escolaridad en instituciones que por lo visto ofrecen mala calidad educativa y pésima orientación vocacional y profesional. 

Ante este estado de cosas, no se sabe qué hace el MEN y las entidades encargadas de su responsabilidad respecto a los correctivos necesarios y las acciones de rigor, nadie dice nada; es como si la educación a nadie le importara y todo se redujera a unas instituciones educativas que se repiten en sus viejas formas y procedimientos, que no se ajustan para nada a la realidad de hoy y a las demandas del mundo moderno. 

En este sentido es de observar la mentalidad con la que se forma el docente contemporáneo. Parte de la cual corresponde al desprestigio de su labor. Porque al docente de hoy, no se le forma en los rigores de la ciencia, la investigación científica y el sistema conceptual; y no se prioriza en los fundamentos de la pedagogía y el desarrollo de la didáctica y si se proyecta un remedo de conocimiento reducido a un modelo de enseñanza y a la mera transmisión de información, eternizándose en la educación bancaria a la que tanto se renuncia. 

El alma profesoral sigue siendo esquilmada, cuando este gobierno sigue abriéndole boquetes a la mala calidad educativa, con el decreto 1278, se le permitió que cualquier persona que se sintiera con actitud de enseñar pudiera concursar para acceder a la carrera docente, entonces hablemos de mediocridad en la verdadera formación en el aula, porque si los maestros carecen de rigor científico en lo que proyectan, los que aterrizan desde otras profesiones en el magisterio, carecen del rigor pedagógico y de la piel que solo puede generarse con el sustrato de la vocacionalidad.

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